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La vida no sería lo mismo sin los campamentos de Mataelpino

Un año más, lo vivido en Mataelpino es complicado de explicar con palabras. Tantos recuerdos, tantas aventuras, tantos momentos se vienen a la cabeza tras esta experiencia. Los campamentos, un año más, han sido la guinda perfecta a un año cargado de eventos, emociones y muchos momentos por recordar. Cincuenta niños de Chiqui, treinta de Preas, animadores, cocineros, equipo de intendencia y botiquín… todos hemos disfrutado de dos semanas en nuestro acogedor albergue de Mataelpino.

El campa dio comienzo el día 1 por la tarde, cuando el bus vino repleto de niños y niñas, y con ellos llegaron la ilusión y las ganas de construir algo que permanezca vivo y presente mucho tiempo. Al llegar nos instalamos en el albergue, cada uno en su zona: Preas en las tiendas de campaña del pinar y Chiqui en las habitaciones. Así arrancaron los dos campamentos simultáneos, “Los Juegos del Hambre” y “Monstruos SA”.

La historia de Preas tuvo lugar en el mundo de Monstruos SA. Nuestros chicos de 1º y 2º de ESO se convirtieron en auténticos monstruos, trabajando en la “fábrica” para buscar la manera de conseguir el mayor número posible de carcajadas y encontrar los trozos de puerta en cada mundo: Harry Potter, el corredor del laberinto, Star Wars, Peter Pan… Cada día una aventura nueva para disfrutar de esta etapa tan apasionante trabajando aspectos como la autocrítica, el agradecimiento, la superación, la personalidad, el respeto, la igualdad o el perdón.

La aventura de los más peques, los niños de Chiqui, estuvo ambientada en la historia de Los Juegos del Hambre. Divididos en distritos, los diferentes grupos fueron entrenándose a lo largo del campamento en competencias como adaptación al medio, estrategia, trabajo en equipo o infiltrarse en el enemigo. Así, tras estar preparados, se enfrentaron al gran reto que les esperaba: Los Juegos del Hambre. Supusieron el reto de los últimos días del campa para ambas secciones. Los Preas viajaron hasta el universo de Katniss y Peeta para ayudar al Chiqui en su competición final y la lucha contra el Capitolio. Estos dos días de juegos conjuntos, deportes, actividades y alegría fueron el final del campamento por todo lo alto.

Pero si esto parece genial, hubo mucho más. Además de bañarnos dos veces al día en la piscina, bajar al pueblo, escapar de ingeniosos ‘scape room’, mancharnos hasta el infinito, llevarnos numerosos talleres de recuerdo, vivir el día al revés, tomar el control del campamento por un día, momentos formativos por cursos…, además de todo eso hubo días que fueron más especiales aún: las marchas, el multiaventura y el día de las familias.

Las marchas por la Sierra, con ayuda de nuestros amigos Paco y Jesús, fueron dos experiencias inolvidables de superación y de disfrutar del medio ambiente. Los mayores realizaron una ruta en la que hicieron noche en Bustarviejo y pasaron por Miraflores de la Sierra, mientras que los pequeños recorrieron la zona de San Agustín del Guadalix y se bañaron en la piscina, además de dormir al raso en el campo de fútbol del albergue. Días más tarde, en la zona del embalse de Lozoya, vivimos un día de multiaventura con diferentes actividades en las que demostramos que somos unos auténticos aventureros: escalada, rappel, pino a pino, tirolina, pádel-surf, piragüismo… Con todas ellas, llevamos nuestras emociones al límite y disfrutamos de un día de adrenalina.

El otro día de emociones fuertes fue el “Día de las Familias”. A mitad de campamento, las familias de los acampados fueron invitadas a pasar un día de juegos, de acogida y de diversión junto a nosotros. Tras la Eucaristía todos juntos, pasamos un buen rato en la piscina, jugando a diferentes pruebas y disfrutando de la oportunidad de estar con nuestras familias en este ambiente tan mágico.

Así hemos vivido un campa más en Mataelpino, donde cada año vivimos aventuras irrepetibles. Como buen campamento salesiano que somos, hemos formado una auténtica familia entre todos a lo largo de estos trece días, y ese buen ambiente ha maravillado no solo a los que lo hemos disfrutado, sino a las diferentes visitas que han acudido. Ahora toca empezar la cuenta atrás para el campamento de Mataelpino 2019. De momento, nos quedamos con las risas, las dificultades superadas, las anécdotas para el recuerdo, las nuevas amistades, los abrazos reconfortantes y cada una de las personas que hemos puesto de nuestra parte para que, como dice uno de los himnos, “la vida, en Mataelpino me inspira”.

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